jueves, 10 de marzo de 2016

Ricardo

No lo es, nunca lo es..


 Ya he vuelto a casa, he vuelto a Mallorca, han sido unos días fantásticos, era de esperar, pero una vez más Ricardo ha tapado todos mis miedos, como siempre, ha callado al yo maligno, destructivo y trastornado, lo ha conseguido, el puede, y eso me hace muy muy feliz. 
  Me siento afortunada de tener a alguien con tanto poder sobre mi y mis emociones, que me permite disfrutar uno, dos o tres días de paz mental, alguien que, entre tanto trabajo y esfuerzo sobre mi mente, me proporciona vacaciones emocionales, es algo que puede llegar a ser preocupante..

¿Que pasará cuando el ya no esté?  
  Realmente no lo se, pero por ahora no me preocupa, si eso ocurre, llegada la hora, tendré tiempo de buscar, encontrar y ejecutar una buena solución.
  
  Pero dejando esto aparte, seguiré hablando de mi. Ha llegado el momento esperado, en el que el riesgo a caer late con más fuerza que nunca, se junta mi conciencia, que carece de aquella motivación, la desilusión que eso conlleva, que estoy a una semana de exámenes y que necesito sacarlos, aprobarlos y con nota.
  No motiva, ni emociona, pero es una buena meta, una buena distracción en la que intentaré focalizar  mi mente y alejarla así del trastorno, alejarla de todo aquello que en un futuro, lejano o no, llegada la calma, pueda perjudicarme, como es, perder mi curso y con él mis amigos, tiempo, y sobretodo, todo el sacrificio y esfuerzo que le he puesto. Una preocupación más que arrastro.
  
  Nunca parecen suficientes las dificultades que me pongo, las que mi mente me proporciona, como si en la autopista de la vida, en la que cualquier persona se acaba topando con algún bache, más alto, más bajo, duradero o difícil mi mente tratara de conducirme sobre uno continuo, que parece no tener fin. Aquella autopista emocional que no me permite frenar y lucha contra mi.
  En combate, cuando parece que la victoria empieza a ser mía, que tengo el control, que poco a poco el bache desciende y se se acerca la calma, entonces freno, parece buena señal, pero no lo es, nunca lo es.

  En esos momentos de freno emocional, de felicidad en mi, es cuando me doy cuenta, me doy cuenta de que mi yo interior, mi mente, me va a cobrar todo aquello, y a que precio!
  Ese freno, esa felicidad, es solo un espejismo, una ilusión que mi mente esta disfrutando, reteniendo fuerza y cogiendo velocidad para en cuestión de segundos subir al bache, al bache de mi vida, recordándome así que no estoy bien y que de momento ese es mi sitio, recordándome así que no me engañe, que estoy enferma, que sigo enferma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario